A una desconocida compañera

Niña de los ojos glaucos,
que hieres por tu algidez,
que tienes cabellos de oro
y de hierro el corazón.

Niña del andar ligero,
sin amigos que atender;
niña que vas solitaria,
por doquiera en el hotel.

Yo no sé cómo te llamas,
de dónde vienes o vas...
Solita, leyendo libros,
en uno y otro diván.

Como tú, soy peregrino
y huyo de la sociedad;
como tú, busco en los libros,
el consuelo de un pesar;
de un pesar que llevo adentro,
helándome el corazón...

Niña de los ojos glaucos
que ni miras al pasar...
Yo quisiera ser el libro
que lees con tanto afán
y apretadito en el pecho,
lo llevas por donde vas.

Pere Maspons i Camarasa
español; 1885 - 1962