Mostrando entradas con la etiqueta María G. Ontiveros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta María G. Ontiveros. Mostrar todas las entradas

¿Ríes...? ¡Llora!

I

¿Lloras...? ¿Por qué? La vida no es tan triste
para ser sentida y tan llorada;
goza de lo que es bello y lo que existe,
que todo eso después se queda en nada.

Goza de lo que ves. Admira todo,
elogia la belleza, canta el Arte
y procura vivir siempre a tu modo
sin alabar a nadie ni alabarte.

¿Lloras aún? La vida, ¡ay!, es muy larga
y hay tiempo de llorarla todavía.
¡Dichoso aquel que nunca la encuentra amarga
deseche los pesares y sonría!

Mira a tu alrededor: el ave canta
poniendo su alma entera en cada nota;
el ruiseñor su himno a Dios levanta
y la oscura semilla fértil brota.

El rubio Febo la campiña dora,
el arrojo infantil murmura y ríe.
¿Contemplas ese cuadro? Nadie llora.
¡Desecha tu tristeza y sonríe!

II

¿Ríes? Dichoso tú. ¡Tengo una envidia
al que ríe feliz o alegre canta...!
¡Ay!, yo también reí; mas la perfidia
de los hombres quitome dicha tanta.

Pero... ¿por qué te alegras tan temprano?
No sonrías aún; la vida es triste
y lo que admiras hoy contento, ufano,
mañana o está mustio o ya no existe.

Mira a tu alrededor: el campo yermo,
el arroyo en su cauce llora y gime,
tiene el paisaje palidez de enfermo
y el cielo gris el corazón oprime.

Allá en el valle, como espectros mudos,
arrasados tal vez por la tormenta,
los árboles elevan sus desnudos
brazos y su esquelética osamenta.

¿Y aún puede sonreír quien mira ésto?
No rías más; tan sólo piensa ahora
que el tiempo pasa y se desliza presto.
No nos toca reír...; no rías... ¡llora!

María G. Ontiveros
venezolana

Te esperaré

Has de volver... ¿De dónde? no lo acierto.
¿Para qué? No lo sé. ¿Cuándo? Lo ignoro.
Retornarás por el camino de oro
que trilla el sol en el espacio abierto

Te esperaré desde el albor incierto
y he de enseñar al pájaro canoro
una vieja canción de amor que añoro,
porque te obsequio en tu triunfal concierto.

Pero ya será tarde. Arrepentido,
sólo podrás juzgar lo fiel que he sido
a la promesa que te hiciera un día;

pues al postrarte tú ante mis despojos
verás abiertos mis oscuros ojos
¡mirando al horizonte todavía!

María G. Ontiveros
venezolana