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Feliciano me adora y le aborrezco;

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido:
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de: https://ciudadseva.com/texto/feliciano-me-adora-y-le-aborrezco/

¿Qué es esto, Alcino, cómo tu cordura

¿Qué es esto, Alcino, cómo tu cordura
se deja así vencer de un mal celoso,
haciendo con extremos de furioso
demostraciones más que de locura?

¿En qué te ofendió Celia? si se apura;
o porque al amor culpas de engañoso,
si no aseguró nunca poderoso
la eterna posesión de su hermosura?

La posesión de cosas temporales
temporales, Alcino, y es abuso
el querer conservarlas siempre iguales.

Con que tu error, o tu ignorancia acuso,
pues Fortunas, y Amor de cosas tales
la propiedad no han dado, sino el uso.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

https://ciudadseva.com/texto/que-es-esto-alcino-como-tu-cordura/

Que no me quiera Fabio al verse amado

Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

¿Qué sufrimiento no estará cansado,
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,

a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

https://ciudadseva.com/texto/que-no-me-quiera-fabio-al-verse-amado/

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

https://ciudadseva.com/texto/en-perseguirme-mundo-que-interesas/

Dices, que no te acuerdas, Clori, y mientes

Dices, que no te acuerdas, Clori, y mientes
en decir, que te olvidas de olvidarte;
pues das ya en tu memoria alguna parte,
en que, por olvidado, me presentes.

Si son tus pensamientos diferentes
de los de Albiro, dejarás tratarme;
pues tu misma pretendes agraviarte,
con querer persuadir, lo que no sientes.

Niégasme ser capaz de ser querido,
y tú misma concedes esta gloria,
con que en tu contra tu argumento ha sido.

Pues si para alcanzar tanta victoria,
te acuerdas de olvidarte del olvido,
ya no das negación a tu memoria.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de: https://ciudadseva.com/texto/dices-que-no-te-acuerdas-clori-y-mientes/

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones veía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de: https://ciudadseva.com/texto/esta-tarde-mi-bien-cuando-te-hablaba/

Rosa divina que en gentil cultura

Rosa divina que en gentil cultura
eres con tu fragante sutileza
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura;

amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura:

¡cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas;
y luego, desmayada y encogida,

de tu caduco ser das mustias señas!
¡Con qué, con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de: https://ciudadseva.com/texto/rosa-divina-que-en-gentil-cultura/

Este que ves, engaño colorido,

Este que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,

es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:

es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de: https://ciudadseva.com/texto/este-que-ves-engano-colorido/

Hombres necios que acusáis

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de https://ciudadseva.com/texto/hombres-necios-que-acusais/

Al que ingrato me deja, busco amante;

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor hallo diamante;
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.

Si a este pago, padece mi deseo:
si ruego aquel, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de: https://ciudadseva.com/texto/al-que-ingrato-me-deja-busco-amante/

Dices que yo te olvido, Celio, y mientes,

Dices que yo te olvido, Celio, y mientes,
en decir que me acuerdo de olvidarte,
pues no hay en mi memoria alguna parte
en que, aun como olvidado, te presentes.

Mis pensamientos son tan diferentes
y en todo tan ajenos de tratarte,
que ni saben ni pueden olvidarte,
ni si te olvidan saben si lo sientes.

Si tú fueras capaz de ser querido,
fueras capaz de olvido; y ya era gloria
al menos la potencia de haber sido.

Mas tan lejos estás de esa victoria,
que aqueste no acordarme no es olvido
sino una negación de la memoria.

Sor Juana Inés de la Cruz
mexicana

de https://ciudadseva.com/texto/dices-que-yo-te-olvido-celio-y-mientes/

La canción de la vida vulgar

Mi existencia no tiene nada de extraordinario:
no registran las hojas vulgares de mi diario
ni un suceso anormal.
¡Oh i vida uniforme, monótona, cansada,
donde no ocurre nada
sensacional!

Mis horas son lo mismo que cuentas engarzadas
todas igual, labradas
en un largo collar.
¡Ni un amor de tragedia que mis nervios sacuda,
que me hiciera gritar!

Vigilantes, mis ojos están abiertos para
atisbar, cuando cruce, la visión dulce y rara
de la emoción fugaz...
Pero no llega nunca, y en la tarde dormida
con un largo bostezo le reprocho a mi vida
con su paz

Rosario Sansores
mexicana

Tú y yo

Tú y yo. Dos seres que juntara un día
la mano del azar, ya nada somos.
Dos extraños, que cruzan y se miran
sin una sombra pálida en los ojos.

Tú y yo. Una tarde de abril adolorido...
un pájaro cantando en la enramada
y de tu boca un trémulo suspiro,
y de la mía una palabra vaga...

Eso fue nada más un sueño roto,
una ilusión que arribó la vida.
            Ahora, ni amor ni odio...
que el corazón todo recuerdo olvida.

Rosario Sansores
mexicana

Las horas pasan

No quiero de nuevo vivir lo vivido
ni prestar oídos a la tentación...
¡Cómo se estremece pensar que, escondido,
            pudiera cupido
preparar sus flechas y herirme a traición!

            Tengo miedo. Tengo
temor de mis nervios: soy frágil y no
sé si esta energía con que me sostengo
dure todo el tiempo que quisiera yo.

No quiero, no quiero sentirme deseada...
Y cuando tus ojos me contemplen ,sé
que ardientes desnudan, con una mirada,
mi carne, que surge, dura y perfumada
bajo la coraza tibia del corsé...

En tanto las horas pasan silenciosas,
llevándose el oro de mi juventud,
bajo las estrellas claras y radiosas,
            pienso en estas cosas,
en un sentimiento vago de inquietud...

Rosario Sansores
mexicanos

Sé que me amaste

Yo sé que en otro tiempo me has querido.
No importa que el olvido
con mano segadora
la llama de ese amor haya extinguido.

Yo sé que me adoraste plenamente,
y aunque miro en tu rostro indiferente
la serena expresión altiva y fría,
¡sé que en tu seno recliné mi frente
y que tu boca acarició la mía…!

Rosario Sansores
mexicana

Líneas paralelas

Hoy, cuando el tranvía cruzó la calzada,
sentí unos deseos locos de llorar;
la tarde era triste, tan triste y nublada
como aquella tarde que te vi marchar.

La estación erguía su nueva fachada;
los trenes pasaban con rudo ajetrear,
y en aquel gran banco, cerca de la entrada,
dos novios se aislaban para platicar.

Por la ventanilla me asomé. A lo lejos,
las luces brillaban con vagos reflejos:
y ahogando el sollozo próximo a brotar,

descendí pausada la recia escalera
y en aquel oscuro banco de madera,
como en otros días, me senté a esperar...

Uno a uno, veinte, treinta pasajeros,
fueron descendiendo del enorme tren;
sonaban sus pasos, firmes o ligeros,
sobre el duro asfalto del pequeño andén.

¡Oh, si tú vinieras! –pensé con un loco,
furioso deseo de verte llegar;
y cuando a lo lejos asomaba el foco
verde que avanzaba, me echaba a temblar.

El pulido acero de las paralelas,
ante mí mostraba sus líneas gemelas.
«Sin poder unirse juntas marcharán...»
Y evoqué la vieja lección aprendida,
pensando que fueron tu vida y mi vida
líneas paralelas que no se unirán...

Rosario Sansores
mexicana

El deseo imposible

Luchar... ¿por quién y para quién?, me digo
no tengo a un ser querido en derredor;
a nadie importa si me muero o vivo
ni a nadie le interesa mi dolor.

Luchar, ¿por quién y para quién?, suspiro;
barca sin rumbo, a la deriva voy
y a cada nuevo golpe del destino
sola, indefensa, a su merced estoy.

Todo aquello que odié me ha sido dado;
todo cuanto pedí me fue negado.
¡Y era tan poco lo que yo deseé!:

Ni riquezas ni honores... solamente
un corazón para apoyar mi frente
y un dulce amor para fincar mi fe.

Rosario Sansores
mexicana

De mi vida

Me borraste del libro de tu vida
más no tengo reproches que lanzarte;
si me llamé tuya y consentí en amarte,
no me muestro por ello arrepentida.

No es perenne el amor ni hay fuerza humana
capaz de retenerlo eternamente…
Tú y yo nos adoramos locamente...
¡no importa que haya sido un mañana!

Dulce huella en mi espíritu has dejado
porque en mi corazón, ¡oh bienamado!,
no se abrieron las rosas del hastío...

Y no quiero ni debo reprocharte,
porque espero algún día perdonarte
y llamarte otra vez, de nuevo, amado mío.

Rosario Sansores
mexicana

Amo la juventud

Amo la juventud porque es ardiente
amo la juventud porque es confiada,
porque todo lo da, sin pedir nada
y sabe amar apasionadamente.

Amo la juventud que locamente
derrocha su tesoro de quimeras
y vive sin pensar en las ligeras
alas del tiempo trágico y doliente.

Divina juventud que sueña y ama,
haz que en mi sangre, tu violenta llama
prolongue sus ardores todavía...

Dame con tu bondad maravillosa
tu dulce fe, tu fuerza generosa
y el áureo cascabel de tu alegría

Rosario Sansores
mexicana

Mentiras

Ya no quiero verdades amargas
            que apaguen mi risa,
sino dulces mentiras amables
que me alegren piadosas la vida.

Ya no guardo rencores ni odios:
para aquellos que el pecho me hirieron,
con olvido tan sólo respondo
            al mal que me hicieron.

De este mundo viajeros inciertos
vamos rumbo a una tierra ignorada...
bruscamente el vagón se detiene
            y alguno se baja...

Después sigue su marcha seguro
a través de los anchos caminos.
¡Así van descendiendo uno a uno
            reyes y mendigos!

Y pues todo se borra y se acaba,
¿para qué la verdad hosca y ruda?
No me importa que mientas, Amado.
¡La mentira es piedad y es dulzura!

Rosario Sansores
mexicana