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La venganza

Invocación a los espíritus de la noche

¡Callados hijos de la noche lóbrega!
¡Espíritus amantes del pavor,
que la venganza alimentáis recóndita,
y esfuerzo dais al criminal amor!

¡Númenes mudos de asechanzas pérfidas,
protectores del odio y la traición
que disipáis vacilaciones tétricas
de flojo miedo y necia compasión!

¡Los que en las selvas solitarias, lúgubres.
dais al bandido el rápido puñal
y los gemidos sofocáis inútiles
del que a su golpe sucumbió mortal!

¡Ministros del error, del crimen súbditos!
¡Atended! ¡Atended! ¡Volad! ¡Volad!
Que ya la hora sonó de ansiado júbilo
y sus puertas abrió la eternidad.

Dejad los antros de la inmunda crápula
do prodigáis mezquina inspiración;
y el blando sueño de la virgen cándida
no perturbéis con lóbrega visión,

ni atormentéis vigilias del ascético;
ni adustos con la esposa criminal,
la hagáis soñar que se convierte en piélago
de hirviente sangre el tálamo nupcial;

ni a inicuos jueces las inultas víctimas
reproduzcáis en lúgubre escuadrón,
ni al vil logrero la indigencia lívida,
lanzando en él terrible maldición.

¡Más digno fin, placeres más insólitos
hoy os preparo, espíritus sin luz!
¡Momentos son a vuestras ansias prósperos
los que esta noche envuelve en su capuz!

Su trono se alza esplendoroso de ébano
y los vientos se duermen a sus pies,
y su honda paz, como la paz del féretro,
profunda, fría y sin sonidos es.

Ved las estrellas de su imperio prófugas;
ved cual cubre la luna su dosel,
y el manto azul de la celeste bóveda
negro se vuelve, en protegeros fiel.

El eco duerme en sus asilos cóncavos;
duerme en la sombra el céfiro fugaz;
 y el odio insomne los custodia, atónito
de esa, por él, desconocida paz.

Ningún rumor en el silencio fúnebre
el negro arcano revelar podrá...
¡Solo a vosotros, del misterio númenes,
la muda voz os felicita ya!

¡Venid! ¡Venid, que de rencores grávida
yace esta frente que miráis arder,
y un lauro pide que refresquen lágrimas
para templar su acerbo padecer!

¡Venid, venid, oh espíritus indómitos!
¡De horror y duelo este recinto henchid!...
Venid, las alas sacudiendo próvidos,
a enardecer mi corazón, ¡venid!

¡Venid! ¡Venid! Del enemigo bárbaro
beber anhelo la abundante hiel...
¡No más insomnes velarán mis párpados
si a él se los cierra mi furor cruel!

¡Dadle a mis labios, que se agitan ávidos,
sangre humeante sin cesar, corred!
¡Trague, devore sus raudales rápidos,
jamás saciada, mi ferviente sed!

¡Hagan mis dientes con crujidos ásperos
pedazos mil su corazón infiel,
y dormiré, cual en suntuoso tálamo,
en su caliente, ensangrentada piel!

Al retratar tan plácidas imágenes
siento de gozo el corazón latir...
¡Espíritus de horror, no pusilánimes
dejéis mi sangre inútilmente hervir!

Si en estos campos solitarios, áridos,
queréis tener magnífico festín,
dadme sus miembros, dádmelos escuálidos,
 y en ellos mi hambre se apaciente al fin.

¡Ministros del error, del crimen súbditos!
¡Atended! ¡Atended! ¡Volad! ¡Volad!
¡Que ya la hora sonó de ansiado júbilo
y sus puertas abrió la eternidad!

Gertrudis Gómez de Avellaneda
cubana

de: https://www.poesi.as/gga170.htm

Soneto imitando a una oda de Safo

¡Feliz quién junto a ti por ti suspira,
quién oye el eco de tu voz sonora,
quién el halago de tu risa adora,
 y el blando aroma de tu aliento aspira!

Ventura tanta, que envidioso admira
el querubín que en el Empíreo mora,
el alma turba, al corazón devora
 y el torpe acento, al expresarla, expira.

Ante mis ojos desaparece el mundo
 y por mis venas circular ligero
el fuego siento del amor profundo.

Trémula, en vano resistirte quiero...
de ardiente llanto mi mejilla inundo...
¡delirio, gozo, te bendigo y muero!

Gertrudis Gómez de Avellaneda
cuabana

de: https://www.poesi.as/gga160.htm

Íntima

Quieres sondear la noche de mi espíritu?
Allá en el fondo oscuro de mi alma
hay un lugar donde jamás penetra
la clara luz del sol de la esperanza.

¡Pero no me preguntes lo que duerme
bajo el sudario de la sombra muda...
detente allí junto al abismo, y llora
como se llora al borde de las tumbas!

Juana Borrero
cubana

Las hijas de ran

Envueltas entre espumas diamantinas
que salpican sus cuerpos sonrosados,
por los rayos del sol iluminados,
surgen del mar en grupo las ondinas.

Cubriendo sus espaldas peregrinas
descienden los cabellos destrenzados,
y al rumor de las olas van mezclados
los ecos de sus risas argentinas.

Así viven contentas y dichosas
entre el cielo y el mar, regocijadas,
ignorando tal vez que son hermosas,

y que las olas, entre sí rivales,
se entrechocan, de espuma coronadas,
por estrechar sus formas virginales.

Juana Borrero Pierra
cubana

fuente: http://www.poetaspoemas.com/juana-borrero-pierra/las-hijas-de-ran

En la noche del sendero

«¡Dame aceite de tu odre
para la lámpara mía,
para mi lámpara pobre
que está de aceite vacía!»

Me dijo desde distante
un hombre que iba ambulante
por un angosto sendero.
Yo me detuve, y amante
le di aceite al caminero.

Y acompañé al solitario
que marchaba tardíamente,
por aquel largo calvario,
mientras que mi lampadario
se apagaba lentamente.

«¡Dame aceite de tu odre
para la lámpara mía,
para mi lámpara pobre
que está de aceite vacía!»

¡Dame aceite, caminero!
Con mi voz que suspiraba,
detenida en el sendero
dulcemente repetía...
Y él, en tanto, se alejaba
se alejaba... y se reía...

Emilia Bernal
cubana

Ver también «https://www.poeticous.com/emilia-bernal?locale=es»

El bebé cosmonauta

El bebé cosmonauta, con su traje espacial, que le queda un poco grande, despega y se lanza a recorrer el infinito. Vuela sobre Venus y sus inmensos campos de esmeraldas, orbita sobre Marte, árido y reseco, y luego se lanza a lo profundo de la Vía Láctea. Contempla los destellos multicolores de las novas, las furibundas explosiones de las supernovas, y la oscuridad aterciopelada de los agujeros negros.
Montado en un cometa azul juega con las nubes de meteoritos y se va alejando de nuestra galaxia.
La lejana Andrómeda lo llama, y en su cometa de hielo viaja a donde nunca nadie ha llegado. Visita el planeta de los árboles de plata que saludan a los visitantes con el rumor argentino de sus hojas y dan los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches a los bebés forasteros. Muy corteses, los árboles dicen adiós cuando el bebé se aleja buscando nuevas maravillas. Llega al brumoso planeta de los sueños perdidos, donde todo puede suceder, pero como todavía no conoce la nostalgia, atraviesa inmune sus nubes tornasoladas. El bebé quiere llegar a los confines de lo desconocido. A la zona de los huracanes estelares donde la luz, el color, el tiempo y el espacio, se vuelven lluvia cósmica, intensa, y arremolinada. Nadie ha llegado nunca hasta allí, nadie nunca los ha desafiado con su presencia, pero el bebé con una suave mirada amansa el caos, deshace la incertidumbre, y apacigua el miedo. Es invencible este bebé cosmonauta.
Luego regresa a su galaxia, a su planeta, a su casa, y a su cuna, y cuando finalmente despierta en los brazos de su madre que lo mira preocupada por esa vida riesgosa y aventurera que lleva, él le regala una sonrisa tranquilizadora y bosteza feliz y satisfecho.

– Alejandro García Villalón «Virulo».
Cubano.

La Flor, el Viento, la Mariposa , el Río, los Peces Voladores, la Sirena, y yo

Una flor
cansada de crisantemos
tan buenos
decidió
enamorarse del viento
violento
y pintó
su cara impúdicamente
para que un soplo caliente
la deshojara
de amor.

Su galán,
que siempre andaba soplando,
volando,
acudió
con aires huracanados,
malvados,
y pasó
lo que la flor deseaba:
ella quedó desflorada
y el viento azul
floreció.

Del amor
de aquella flor exaltada,
pirada,
germinó
una sutil mariposa
que ansiosa
se lanzó
a los mismos desvaríos
yendo la muy descocada
a enamorarse
del río.

Su galán,
que siempre andaba apurado,
mojado,
arrastró
a la pobre enamorada
alada
que entregó
la espuma de sus amores
para llenar la corriente
con mil peces
voladores.

Resultó
que uno de aquellos pescados
alados
conquistó
a una gentil pescadora
señora
que entregó
su vara con ligereza
y así nació la sirena
que ahora me trae
de cabeza.

El amor
de la sirena conmigo,
mi amigo,
floreció
al cabo de nueve meses
con creces
y ahora estoy
convertido en la niñera
de una preciosas sardinas
que tengo en mi
bañadera.

Qué maravillas hace el amor;
nada es absurdo,
nada imposible con su calor.

Qué maravillas hace su canto
que hasta las pierdas duras y frías
va alborotando
al pasar
volando.

Alejandro García Villalón, Virulo
cubano; 1955 -


La espiroqueta pálida

Era una hermosa espiroqueta pálida
que enloquecía al mundo microscópico
con sus andares de  muchacha tísica
y con sus ojos de color cianótico.

Cuando paseaba su figura exótica
los leucocitos se ponían eróticos
y le lanzaban piropos linfáticos
arrodillados sobre sus pseudópodos.

Pero la hermosa espiroqueta pálida
nunca escuchaba los mononucleótidos
ella soñaba con un ser utópico
que alborotara sus zonas erógenas.

Por eso un día de memoria trágica
abandonó este mundo microscópico
enamorada de un tipo estrambótico
que resultó ser sólo un antibiótico.


Alejando García Villalón, Virulo
cubano; 1955 -

La noche del insomnio y el alba

Noche
triste
viste
ya                                                                                            
aire,
cielo,
suelo,
mar.

Mirando
del mundo                                                                                
profundo
solaz,
esparcen
los sueños
beleños
de paz.

Y se gozan
en letargo
tras el largo
padecer
los heridos
corazones
con visiones
de placer.

mas siempre vuelan
mis tristes ojos;
ciñen abrojos
mi mustia sien;
sin que las treguas
del pensamiento
a este tormento
descanso den.

El mudo reposo
fatiga mi mente;
la atmósfera ardiente
me abrasa doquier;
y en torno circulan
con rápido giro
fantasmas que miro
brotar y crecer.

¡Dadme aire! ¡Necesito
de espacio inmensurable
do del insomnio al grito
se alce el silencio y hable!
Lanzadme presto fuera
de angostos aposentos;
¡Quiero medir la esfera!
¡Quiero aspirar los vientos!

Por fin dejé el tenebroso
recinto de mis paredes;
por fin, ¡oh espíritu!, puedes
por el espacio volar.
Mas, ¡ay!, que la noche oscura,
cual un sarcófago inmenso,
envuelve con manto denso
calles, campos, cielo, mar.

Ni un eco se escucha, ni un ave
respira, turbando la calma;
silencio tan hondo, tan grave,
suspende el aliento del alma.
El mundo de nuevo sumido
parece en la nada medrosa;
parece que el tiempo rendido
plegando sus alas reposa.

Mas, ¿qué siento?… ¡Balsámico ambiente
se derrama de pronto!… El capuz
de la noche rasgando en oriente
se abre paso triunfante la luz.
¡Es el alba! Se alejan las sombras,
y con nubes de azul y arrebol,
se matizan etéreas alfombras,
donde el trono se asiente del sol.

Ya rompe los vapores matutinos
la parda cresta del vecino monte;
ya ensaya el ave sus melifluos trinos;
ya se despeja inmenso el horizonte.
tras luenga noche de vigilia ardiente
es más bella la luz, más pura el aura.
¡Cómo este libre y perfumado ambiente
ensancha el pecho, el corazón restaura!

Cual virgen que el beso de amor lisonjero
recibe agitada con dulce rubor,
del rey de los astros al rayo primero
natura palpita, bañada de albor;
y así, cual guerrero que oyó enardecido
de bélica trompa la mágica voz,
él lanza impetuoso, de fuego vestido,
al campo del éter su carro veloz.

¡Yo palpito tu gloria mirando sublime,
noble autor de los vivos y varios colores!
¡Te saludo si puro matizas las flores!
¡Te saludo si esmaltas fulgente la mar!
En incendio la esfera zafírea que surcas,
ya convierte tu lumbre radiante y fecunda,
y aún la pena que el alma destroza profunda,
se suspende mirando tu marcha triunfal.

¡Ay! De la ardiente zona do tienes almo asiento,
tus rayos a mi cuna lanzaste, abrasador;
por eso en ígneas alas remonto el pensamiento
y arde mi pecho en llamas de inextinguible amor.
Mas quiero que tu lumbre mis ansias ilumine,
mis lágrimas reflejen destellos de tu luz:
y sólo cuando yerta la muerte se avecine
la noche tienda triste su fúnebre capuz.

¡Qué horrible me fuera, brillando tu fuego fecundo,
cerrar estos ojos, que nunca se cansan de verte;
en tanto que ardiente brotase la vida en el mundo,
cuajada sintiendo la sangre por hielo de muerte.
Horrible me fuera que al dulce suspiro del aura,
unido mi ronco gemido postrero sonase;
que el plácido soplo que al suelo cansado restaura,
el último aliento del pecho doliente apagase.

Guarde, guarde la noche callada sus sombras de duelo
hasta el triste momento del sueño que nunca termina;
y aunque hiera mis ojos, cansados por largo desvelo,
dale, ¡oh sol! a mi frente ya mustia tu llama divina.
Y encendida mi mente inspirada con férvido acento
al compás de la lira sonora tus dignos loores
lanzará, fatigando las alas del rápido viento,
a doquiera que lleguen triunfantes tus sacros fulgores.

Gertrudis Gómez de Avellaneda
cubana; 1814 - 1873

Carta Sin Fecha

Amigo: Sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizás mañana nos olvide a los dos.

Ya ves: ahora es de noche, yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.

¡Qué importa lo que sueña!. Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.

Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti.....

José Ángel Buesa
cruceño 1910-1982

Sonetillo

Mi
fe
te
di.

..¡Ni

de
ti!

¿Dó
más
vas?

¡Oh,
bien!...
¡Ven...!

Guillermo de Montagu
cubano

Padre nuestro

Padre Nuestro que estás en los cielos,
mirando tus ojos en cada lucero,
¿por qué Tú has estado tan entretenido?
¿O es que Tus luceros todos se han fundido?

Primero fue el mundo que hermoso creaste-
pero en siete días... ¿por qué te apuraste?
Dicen que en la prisa siempre está el peligro--
sola la cazuela no hace bien el guiso;
i si nos creaste de polvo i de fango
lógico que el guiso sea arroz con mango.

Luego vino el sexo, con él la discusión:
si los pantalones son de hembra o varón;
pero al fin i al cabo Tú, como buen charro,
la mujer pusiste a fregar cacharro.

Después fueron tonos, i ahí la división:
en buenos i malos, según fuera el color.
Así que en Tu nombre, con blanca pureza,
dejaron al negro fuera de la pieza.

Al pasar el tiempo, el mundo miraste
i no viste nada de lo que soñaste;
i al ver a los hombres rumbo a la perdición
mandaste al diluvio como la solución.
Pero a fin de cuentas, mirando alrededor,
si el mundo era malo, hoy es mucho peor.

Más tarde, los hombres, por fin, de la mano,
trabajar quisieron juntos, como hermanos;
mas los dividiste, ya casi a Tu lado,
temiendo intentaran un golpe de estado.

Así, enumerando todos Tus defectos,
en definitiva, no eres tan perfecto.
Si a Tu semejanza ya fuimos creados
Yo puedo ser Dios i estar a tu lado.

Pensando i pensando, casi estoy ya claro
de que no eres ángel, ni guardián, ni faro.
Esa imagen tuya no nos hace falta-
ni tampoco el dogma, ni el miedo que asalta.

Es hora ya que los hombres tracen su propio destino
porque el sendero es muy largo i el andar hace camino.
Marchemos, pues, que en unión puede avanzarse i vencer;
nuestra propia redención está en nosotros, amén.

Alejandro García Villalón, Virulo
cubano, 1955-

¡Qué sed tengo de ti!

¡Qué sed tengo de ti!... Eres la fuente
que corre cristalina ante mis ojos
y son inútiles mis brazos flojos
para hacer que se me tuerza la corriente.

Inútilmente domo mis antojos,
y trato de olvidarte inútilmente;
sueña mi mente con tu tersa frente
y con el viento de tus labios rojos.

¿Qué daño habré hecho yo, que en mi camino
todo me llega tarde?... Si es mi sino
cargar el fardo de mi vida trunca,

que no te vuelva a ver. ¡Yo te lo pido
por Dios!... ¡Cuánto mejor hubiera sido
que no te hubiera conocido nunca!

Hilarión Cabrizas
cubano