Padre nuestro

Padre Nuestro que estás en los cielos,
mirando tus ojos en cada lucero,
¿por qué Tú has estado tan entretenido?
¿O es que Tus luceros todos se han fundido?

Primero fue el mundo que hermoso creaste-
pero en siete días... ¿por qué te apuraste?
Dicen que en la prisa siempre está el peligro--
sola la cazuela no hace bien el guiso;
i si nos creaste de polvo i de fango
lógico que el guiso sea arroz con mango.

Luego vino el sexo, con él la discusión:
si los pantalones son de hembra o varón;
pero al fin i al cabo Tú, como buen charro,
la mujer pusiste a fregar cacharro.

Después fueron tonos, i ahí la división:
en buenos i malos, según fuera el color.
Así que en Tu nombre, con blanca pureza,
dejaron al negro fuera de la pieza.

Al pasar el tiempo, el mundo miraste
i no viste nada de lo que soñaste;
i al ver a los hombres rumbo a la perdición
mandaste al diluvio como la solución.
Pero a fin de cuentas, mirando alrededor,
si el mundo era malo, hoy es mucho peor.

Más tarde, los hombres, por fin, de la mano,
trabajar quisieron juntos, como hermanos;
mas los dividiste, ya casi a Tu lado,
temiendo intentaran un golpe de estado.

Así, enumerando todos Tus defectos,
en definitiva, no eres tan perfecto.
Si a Tu semejanza ya fuimos creados
Yo puedo ser Dios i estar a tu lado.

Pensando i pensando, casi estoy ya claro
de que no eres ángel, ni guardián, ni faro.
Esa imagen tuya no nos hace falta-
ni tampoco el dogma, ni el miedo que asalta.

Es hora ya que los hombres tracen su propio destino
porque el sendero es muy largo i el andar hace camino.
Marchemos, pues, que en unión puede avanzarse i vencer;
nuestra propia redención está en nosotros, amén.

Alejandro García Villalón, Virulo
cubano, 1955-