Po' el Botija

o El Cristo de la Quebrada

Yo soy gaucho agalludo,
igual que las piedras de los cerros puntanos
y por fuerza de mirar siempre pa' abajo
no creía en más poder que el de mis manos.
Pero, si vos me hacés el milagro de salvarme al Botija,
yo te ofrezco, a mi vez, la majadita de veinte cabras blancas
y mi zaino braga'o, también la mula,
y hasta tengo de más la mano zurda
si mi pobre fortuna no te alcanza.

Y el Botija curó.
Y a la semana después de la promesa realizada,
por los altiplanos de las sierras de la Villa,
vaga el rebaño de las cabras blancas
junto al zaino bragado, la baqueana.
Y como rara flor de la montaña
extraña a los cóndores y a las tunas
los cinco dedos de una mano zurda
quedaron junto al Dios de la Quebrada.

Boris Elkin
bonaerense