Cuando amigos y suerte me abandonan
solitario lamento mi destino
con lágrimas que al cielo no impresionan;
me maldigo a mí mismo y abomino
mi triste estado, a otros envidiando
en esperanza ricos y en talento,
la habilidad de un hombre deseando
y los amigos de otro, descontento
con todo lo que tengo. Pero luego,
despreciándome casi al pensar eso,
meditar en ti feliz me entrego,
mi dolor olvidando en mi embeleso.
Pues tu cariño es la riqueza mía;
ni con los reyes mi suerte cambiaría.
W. Shakespeare
Traducción de Francisco Pérez Febres-Cordero
Soneto 29