Los dos sentados en un banco. Ella
mece un infante envuelto en un pañuelo
y con sus ojos mansos mira al cielo
que ni le da la gloria de una estrella.
En el rostro de él se la huella
de la añoranza del nativo suelo.
¡Ah, si pudiera levantar el vuelo
hacia la patria que el oceano sella!
Tal vez han de pasar la noche en blanco,
bajo el cielo, sentados en el banco.
Y mirarán correr autos y coches,
y oirán el ciudadano desasosiego,
y llorarán por las heladas noches
de Rusia, bajo el techo junto al fuego.
Manuel Alcobre
argentino
Inmigrantes