Alhajado de perlas está el lago
bajo el inmenso y azulado cielo.
A lo lejos derrama sobre el suelo
rayos de luz el sol, como un Rey Mago...
La tarde muere... en el follaje espeso
se hunde el ocaso entre doliente sombra,
dejando sobre el lago, como alfombra,
bruma indecisa, evocación ed beso.
Hora de ensueño. ¡Cómo goza el alma
de una profunda y misteriosa calma
en este ambiente sugestivo y raro!
Mas, lejos del amado, ¡qué vacío!
todo está triste, todo está sombrío,
¡sin los fulgores de sus ojos claros!
Enriqueta Gómez Sánchez
paraguaya