Mis ojos de observar casi han cegado,
mis pies de caminar están rendidos,
de oír se han destrozado mis oídos
y de tocar mis manos se han secado.
¡Cómo pude llegar a tal estado!
Laten descompasados mis latidos,
mis gritos ya tan sólo son gemidos,
mi ardiente esencia casi se ha agotado.
Y hay poca variación en mi figura;
todavía es humana su apariencia,
mas empieza a quebrarse mi estructura.
Lentamente ha perdido la vehemencia
y, hundiéndome, me alejo de la hondura
que es la sola razón de mi existencia.
Guadalupe «Pita» Amor
mexicana