Cuando parte el amor

I

¿Dices que pronto nuestro amor ardiente
humo será no más de un incensario...?
Yo lo creí un eterno relicario
de nuestro firme corazón pendiente...

Yo juzgué nuestro amor como un breviario
que se reza y medita diariamente;
yo lo creí amuleto resistente,
siempre en el pecho, como escapulario...

Mas nada importa si su luz declina,
o si es no más viajera golondrina,
o sólo estrella que la noche trague...

En el castillo donde Amor se hospeda,
algún calor entre los muros queda,
aunque la lumbre de ese amor se apague...

II

¡Dejémosla partir, si así lo quiere,
y que levante el vuelo hacia el nublado!
... ¿No sabes que el recuerdo está indicado
como continuación de lo que muere?

Por eso cuando el tiempo despiadado
color y luz en mi cabello altere,
mi espíritu tendrá lo que prefiere,
retejiendo la historia del pasado.

Y a solas, en mis días invernales,
gratamente estaré tras los cristales,
diciendo, como cuento la hilandera,

la vieja historia de fastuoso brillo:
«Hubo una vez en mi alma un gran castillo,
donde un rey fue a pasar la primavera...»

María Enriqueta Camarillo
mexicana