Si amarme quieres, sólo amor te mueva.
No digas: «la he de amar porque me agrada
su celestial sonrisa, su mirada,
su voz, su pensamiento que se eleva
como el mío, y al alma mía lleva
grata emoción». Que la emoción, pasada,
pudiera ser por ti menospreciada;
tal amor no triunfara en toda prueba.
Ni nazca tu cariño del encanto
que hallas tal vez al enjugar mi llanto:
quizá por ti olvidara mi dolor
y me olvidaras tú, feliz al verme.
Ámame por amor: así, quererme
podrás en una eternidad de amor.
Elizabeth Barrett Browning
inglesa
Traducción de Enrique Díez-Canedo