Madre, la mi madre,
guardas me ponéis;
que si yo no me guardo
no me guardaréis.
Dicen que está escrito,
y con gran razón,
ser la privación
causa de apetito;
crece en infinito
encerrado amor;
por eso es mejor
que no os encerréis;
que si yo no me guardo
no me guardaréis.
Si la voluntad
por sí no se guarda,
no la harán guarda
miedo o calidad:
romperá en verdad
por la misma muerte,
hasta hallar la suerte
que vos no entendéis;
que si yo no me guardo
no me guardaréis.
Quien tiene costumbre
de ser amorosa,
como mariposa
se irá tras su lumbre,
aunque muchedumbre
de guardas le pongan,
y aunque más propongan
de hacer lo que hacéis;
que si yo no me guardo
no me guardaréis.
Es de tal manera
la fuerza amorosa,
que a la más hermosa
la vuelve en quimera,
el pecho de cera
de fuego la gana,
las manos de lana,
de fieltro los pies;
que si yo no me guardo
mal me guardaréis.
Miguel de Cervantes