A la leve copa de tus labios rojos
ávida de dicha, loca de emoción,
irá rola henchida de ingenuos antojos
la paloma blanca de mi corazón.
Y tú, cual corola de lirio de seda,
como el tibio soplo de brisa oportuna,
temblarás acaso voluptuosa y leda
hecha de eucarísticas nieves de luna.
Luego tus mejillas, invioladas rosas,
sentirán el dulce temblor de mis besos,
prófugos y alados como mariposas...
Pero al fin, ¡oh amiga!, triste en su ilusión,
volará a otra copa busca de excesos
la paloma blanca de mi corazón.
Santos Aguilera
uruguayo
Madrigal