La Flor, el Viento, la Mariposa , el Río, los Peces Voladores, la Sirena, y yo

Una flor
cansada de crisantemos
tan buenos
decidió
enamorarse del viento
violento
y pintó
su cara impúdicamente
para que un soplo caliente
la deshojara
de amor.

Su galán,
que siempre andaba soplando,
volando,
acudió
con aires huracanados,
malvados,
y pasó
lo que la flor deseaba:
ella quedó desflorada
y el viento azul
floreció.

Del amor
de aquella flor exaltada,
pirada,
germinó
una sutil mariposa
que ansiosa
se lanzó
a los mismos desvaríos
yendo la muy descocada
a enamorarse
del río.

Su galán,
que siempre andaba apurado,
mojado,
arrastró
a la pobre enamorada
alada
que entregó
la espuma de sus amores
para llenar la corriente
con mil peces
voladores.

Resultó
que uno de aquellos pescados
alados
conquistó
a una gentil pescadora
señora
que entregó
su vara con ligereza
y así nació la sirena
que ahora me trae
de cabeza.

El amor
de la sirena conmigo,
mi amigo,
floreció
al cabo de nueve meses
con creces
y ahora estoy
convertido en la niñera
de una preciosas sardinas
que tengo en mi
bañadera.

Qué maravillas hace el amor;
nada es absurdo,
nada imposible con su calor.

Qué maravillas hace su canto
que hasta las pierdas duras y frías
va alborotando
al pasar
volando.

Alejandro García Villalón, Virulo
cubano; 1955 -