Este soneto celebra

Es tu mirada misteriosa una
gran promesa de amor; mi ser abarca
y me transporta a la ideal comarca
donde me está esperando la Fortuna.

Noche y mar son tus ojos; no la bruna
noche sin luz: la transparente y zarca
de oro y cristal, en la que va la barca
de alabastro radiante de la luna.

Ojos de noche y mar... Llegará el día...?
¡Quién sabe! En la remota lejanía
hay una dulce claridad... Parece
que se abre tu alma al soplo del destino

como flor matinal, y en el divino
misterio de tus ojos, amanece...