Cuando ella dijo aquello –era en diciembre–,
por un minuto,
vino, mayo de amor, la primavera
y hubo rosas de te en los labios míos
la noche de noche-buena.
Cuando ella dijo aquello, en ese instante,
al sol se le murieron sus planetas
y unos trozos de arcángel, olvidados,
bajaron
a perfumarse la conciencia.
Muerte y vida, cogidas de la mano,
emprendieron la misma carretera.
El caos tuvo música.
Los pájaros pulsaron las mareas
y adelantaron la salida de la luna
desde los cables de la luz eléctrica,
equivocando a los visires de Teherán
y a los rabinos de la Judea.
Por una vez, se rezó antes de la hora y al unísono
el Ángelus
En Europa y América
Se me olvidó mi propio nombre.
España, ya, ¿quién sabe lo que era?
Cuando ella dijo aquello
se detuvieron todos los relojes
y se arriaron todas las banderas
y abrieron los ojos ciegos incurables
más antiguos
y todas las mujeres estériles tuvieron descendencia...
Cuando ella dijo aquello
–voz de amor, a las diez de la noche–
–Felicidad, Eternidad, Belleza–
¡por vez primera fue de día al mismo tiempo
en los dos hemisferios de la tierra!
Autor desconocido.