¡Oh, este hombrecillo!

¡Oh, este hombrecillo turbio, denso bibliotecario,
que opacamente arrastra sus gruñonas manías
a través de un oscuro trabajo sedentario
de noches infecundas y de estériles días!

Hundido en sus espesos papeles de notario
cunde su alma de reumas y anticuarias miopías
mientras un reloj lleno de polvo octogenario
tictaquea sus horas áridas y vacías.

¡Oh, este hombrecillo turbio de reseca figura!
Agua de estanque, negra polilla, rana oscura,
cuya voz está llena de maniáticos dejos...

En la penumbra eterna de su oficina en crisis,
cualquier día lo encuentran roto en una hemoptisis
sobre el mentón inútil de sus papeles viejos.

Luis Palés Matos
portorriqueño