V
Por la resplandeciente soledad del camino
se menea el orgullo majestuoso del toro.
El crepúsculo prente su fuego vespertino
en su ojo, donde late virilidad de oro.
Es una emocionante satisfacción que asciende
sobre el pezón lapídeo de la loma encendida
y un cuadro sugestivo e idolátirco enciende...
¡oh la testuz del toro sobre un florón de vida!
¡Qué inemenso está en su fuerza retadora y pagana
emulando a su abuelo Apis, contra la grana
imperial de la tarde que debilita su hacho!
Muge la vaca joven de amor y lozanía
y él echa a correr como lujosa cobardía.
(Antes que para Dios, él nació para macho).
Luis Palés Matos
portorriqueño