Asómate a la ventana, ay, ay, ay,
paloma del alma mía
que ya la aurora temprana,
nos viene a anunciar el día.
Si alguna vez en tu pecho, ay, ay, ay,
mi cariño no lo abrigas,
engáñalo como a un niño,
pero nunca se lo digas.
El amor mío se muere, ay, ay, ay,
y se muere de frío,
porque tu pecho de piedra
tú no quieres darle abrigo.
Ósman Pérez Freire
chileno