Cielito Benamor

Porque no soy de tu sangre,
tu madre no ha consentido.
Para que tú seas mía
–me dice–
tengo que hacerme judío...
¡los judíos no se hacen,
nacen ya siendo judíos,
y no puedo dejar
de ser lo que siempre he sido!
Porque no soy de tu raza,
porque llevo un crucifijo
–sobre el pecho–
arañándome la piel,
porque hasta cuando te miro,
se piensa que te acristiano,
los oscuros ojos bíblicos,
porque te quiero de veras,
tu madre no me ha querido...

Cristiano yo...Bueno, ¿y qué?
¡Cristiano de Andalucía!
y los amigos me dicen
que como voy a casarme
contigo, siendo judía...

Judía tú...Bueno ¿y qué?
Y las amigas te dicen
que como vas a casarte
con un cristiano, alma mía...

Y tienes los ojos tristes
a pesar de la alegría...
y tienes los ojos tristes
como la Virgen María...
Mi cielito Benamor,
rosa de la Mendubía...
Mi cielito Benamor,
cielo de la judería...

¿Quiénes son esos que van
los sábados, a tu vera...?

Mis primos de Tetuán...

¡Qué no vuelva a suceder!
¡Que yo no te vuelva a ver
con ellos, por esas calles!
No quiero que salgas sola,
ni con ellos, ni con nadie...
Conmigo, sí, mi alegría,
conmigo ¡por todo Tánger!

Yo vengo todas las noches
–zoco grande, zoco chico–.
pese a quien pese –¡mi vida!–
para encontrarme contigo...

Tú no hagas caso a nadie.
Lo nuestro tiene que ser...
Tú judía y yo cristiano...
bueno ¿y qué?

Quiero robarte, mi cielo,
quiero llevarte conmigo,
que eso de quererme a mí
era cosa
sabida de muy antigua...

¡Qué dirán tus sinagogas!
¡Qué dirán mis arzobispos!
Todo Marruecos está
–como alerta–
pulsando nuestro cariño.
Lo saben todos en Tánger.
Nadie se atreve a decirlo.

Mañana por la mañana,
mañana, mañana mismo,
cruzaremos el estrecho
y al amor de los cortijos,
entre toros de azabache,
geranios y campanillas,
podrás decirme en voz alta
lo que nunca aquí me has dicho...

¡Vámonos a Montejaque,
tú de Moisés, yo de Cristo,
que está la sierra esperándonos
hace más de veinte siglos!

Porque no soy de tu raza,
tu madre no ha consentido...
Para que tú seas mía
–me dice–
tengo que hacerme judío...
los judíos no se hacen,
nacen ya siendo judíos
¡y yo no quiero dejar
de ser lo que siempre he sido!

Mañana en tierras de Málaga
–contrabandos del cariño–
te besaré, de alegría
llorando por los olivos...

Tú no hagas caso de nadie.
Lo nuestro, tiene que ser...
Tu judía y yo, cristiano...
Bueno... ¿y qué?

Rafael Duyos Giorgeta
español

de: https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/77104/Literatura%20Espa%C3%B1ola%20en%20T%C3%A1nger.%20Desde%20el%20siglo%20XIX%20hasta%20nuestros%20d%C3%ADas.%20Rocio%20Rojas-Marcos%20Albert.pdf?sequence=1